María Lionza, considerada en el mundo del espiritismo la reina de las cuarenta legiones, formadas por diez mil espíritus cada una, es quien preside el altar.
Junto a ella se coloca a Guaicaipuro, cacique que luchó valientemente contra los conquistadores españoles en el valle de Caracas y líder de la Corte Indígena; y a Negro Primero, el único negro con rango de oficial en el ejército de Bolívar, quien dirige la Corte Negra. Se le suele representar como una bella señora vestida con un manto azul, plumas de colores y joyas, sentada sobre grandes boas o dantas y acompañada de pumas, jaguares o chivos.
La leyenda señala que María Lionza manifiesta su presencia a través de una mariposa azul. Nace una leyenda El culto a María Lionza se remonta al siglo XV, antes de la llegada de los españoles a Venezuela.
Para ese entonces, los indígenas que habitaban el territorio que actualmente conforma el estado Yaracuy, veneraban a Yara, diosa de la naturaleza y del amor.
La tradición popular la describe como una hermosa mujer de ojos verdes, pestañas largas, amplias caderas y cabello liso adornado por tres flores abiertas.
Se dice que olía a orquídeas y era de sonrisa dulce y voz suave. Cuentan que tenía la capacidad de comunicarse con los animales.
Según la leyenda, Yara era una princesa indígena, que fue raptada por una enorme anaconda que se enamoró de ella.
Cuando los espíritus de la montaña se enteraron de lo sucedido, decidieron castigar a la serpiente haciendo que se hinchara hasta que reventara y muriera.
Luego nombraron a Yara dueña de las lagunas, ríos y cascadas, madre protectora de la naturaleza y reina del amor. De hecho, hay quienes afirman que el vocablo Yaracuy significa "lugar de Yara". La leyenda de Yara sobrevivió a la conquista española, sufriendo algunas modificaciones.
Así fue como tomó el nombre católico de Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar; denominación que con el paso del tiempo se convertiría en María de la Onza o María Lionza. En 1953, por mandato del general Marcos Pérez Jiménez, se erigió en la autopista Francisco Fajardo, cerca de la entrada de la Universidad Central de Venezuela, una estatua de María Lionza montada sobre una danta, obra del escultor Alejandro Colina. El culto a María Lionza se ha nutrido de la cultura europea, asiática y africana, conformando un ritual que entremezcla a santos con personajes de la cultura popular venezolana y héroes históricos.
Maria Lionza fue una doncella Nívar, hija encantada de un poderoso cacique de Nirgua.
El Chamán de la aldea había predicho que cuando naciera una niña de ojos extraños, ojos color verde agua, había que sacrificarla y ofrendarla al Dueño de Agua, al Gran Anaconda por que si no vendría la ruina perpetua y la extinción de los Nívar. Pero su padre fue incapaz de hacerlo.
Y escondió a la niña en una cueva de la montaña, con 22 guerreros que la vigilaban e impedían su salida. Ella tenia prohibido verse en los espejos de agua.
Pero un día una fuerza misteriosa adormeció a los guardianes y la bella joven salio de la cueva y camino hasta el lago, descubriendo su propio reflejo en el agua.
Ella estaba encantada con su visión. Así despertó al Dueño de Agua al Gran Anaconda, quien emergió de las profundidades, enamorándose de ella y atrayéndola hacia si.
En el lago Maria Lionza y la poderosa serpiente celebraron una comunión espiritual y mística. cuando su padre descubrió la unión, intento separarlos. Entonces la Anaconda creció se hizo enorme y estallo provocando una gran inundación que arrasó con la aldea y su gente.
Desde ese día Maria Lionza se volvió la Diosa protectora de las Aguas Dulces, Los Bosques y Los Animales.
El Negro FelipeColor: Amarillo.Bebida: Ron Cacique, agua.Es el líder de la Corte Negra Venezolana, la cual integran también Francisca Duarte, Negro Pío, Negro Lorenzo, Negra Matea.
GuaicaipuroNacido en Caracas en 1530 y guerrero de confianza del gran Cacique Catuche, asume el cacicazgo a los 20 años de edad, cuando este cacique muere.
Guaicaipuro gobernaba a los Caracas y los Teques, ejerciendo directo control sobre los seis caseríos que circundaban su cuartel general en Suruapo.
En 1560 el Gobernador Pablo Collado nombra a Juan Rodríguez Suárez, Teniente General de la Provincia de Caracas y le ordena pacificar a Guaicaipuro.
Rodríguez se alía con el mestizo Francisco Fajardo y vence al Cacique de los Teques en las batallas de San Pedro y La Quebrada.
Fajardo intenta fundar un caserío en lo que hoy es Catia. Sin embargo, ante un ataque ordenado por Guaicaipuro y ejecutado por Paramaconi, el recién fundado caserío (1560) es arrasado.
El año siguiente, en 1561, Juan Rodríguez Suárez refunda el caserío con el nombre de Villa de San Francisco, pero corre la misma suerte que el anterior.
En enero de 1562, Guaicaipuro y Terepaima enfrentan y matan al Capitán Luis de Narváez. Guaicaipuro convoca entonces a una alianza estratégica de todos los caciques de la región, aceptan el pacto los jefes Baruta, Naiguatá, Chacao, Aramaipuro, Guaicamacuto, Paramaconi, Terepaima y Chicuramay.
Durante años esta alianza se mostró triunfadora, pero Guaicaipuro perdió su oportunidad en Maracapana, en 1568, batalla clave en la que participaron todas las tribus aliadas.
Derrotados por el ejército conquistador en forma contundente, la coalición se disuelve y los jefes regresan a sus tierras. Guaicaipuro se refugió en Suruapo.
Ese mismo año ataca a Diego de Losada, esté ordena al Alcalde Francisco Infante que ataque a Guaicaipuro en el propio sitio de Suruapo, Infante buscó indios pacificados y fieles a España que conocian el modo de llegar a la vivienda del cacique.
En Suruapo penetraron hacia el caney del jefe indio, Guaicaipuro tomó la espada y dio muerte a los que lo atacaron. Se guareció luego en su choza, pero los españoles le prendieron fuego y conminado a rendirse el cacique no aceptó y prefirió morir atrapado por las llamas.